viernes, 28 de marzo de 2014

Análisis basado en los artículos de Laura Frade


Cuando recibimos un grupo, siempre existe la emoción de conocer a nuevos alumnos, de trabajar con ellos y ayudarles a desarrollar sus habilidades. ¿Cuántos de nosotros nos preocupamos por conocerlos más allá de sus nombres o de lo que nos puedan decir en las primeras clases? Ya que estaremos trabajando con ellos de cerca durante algún periodo, es necesario conocer sus conocimientos, desempeño, personalidad, etc.

La evaluación inicial nos ayuda a saber quiénes son nuestros estudiantes y qué saben hacer. Además, es de suma importancia cuando tenemos un nuevo grupo ya que nos ayuda a identificar el nivel académico de los alumnos, pero también nos debe permitir conocerlos  a ellos individualmente y el contexto donde se desenvuelven. Ya que la mayoría de las evaluaciones diagnósticas están basadas en un nivel escolar, podemos crear alguna que nos permita conocer ambas al mismo tiempo o de forma conjunta.

En el área del aprendizaje de una lengua extranjera, se presta para conocer sobre lo que piensan, lo que viven, con quién lo viven, etc. Para un nivel básico a intermedio, es bueno que ellos muestren lo que saben por medio de una composición (las características dependerán del contexto particular del grupo), en la que podrán mostrar su nivel lingüístico pero también podremos saber de sus vidas y lo seguiremos haciendo por medio de escritos que son frecuentes en las clases.

Otro proyecto para un nivel más avanzado es pedirles que realicen un "challenge" o un rally donde se pueda identificar su nivel pero también sus habilidades de trabajo en equipo, de comunicación, de actitud, etc.

Como lo indica el artículo de Laura Frade, existe dificultad en identificar lo que es una competencia y por ende, en crear actividades para nuestros alumnos que realmente desarrollen una competencia. Es común pensar que con cualquier tarea que les dejemos, estarán desarrollando sus competencias en algún ámbito solo con la inclusión de la palabra en el objetivo; no es verdad ya que muchas veces no se toma en cuenta los elementos que forman parte de lo que es una competencia: el concepto, la conducta y el procedimiento. Los tres elementos deben reforzarse dentro de la actividad a realizar,  a continuación presentaré una ejemplo:

En la clase de inglés es común que se confundan las competencias con conjugaciones que los alumnos deben memorizar y dicen que una competencia es Completar un ejercicio con la conjugación correcta en pasado de los verbos en paréntesis. Dicho ejercicio no está desarrollando una competencia y mucho menos está realmente impulsando el conocimiento lingüístico de los alumnos. En mi experiencia, he encontrado que para desarrollar la competencia de los alumnos para conjugar correctamente  las acciones realizadas se requiere una serie de pasos.

El alumno debe leer una pequeña narración sobre el mejor día de su vida. El alumno reconoce que se habla en pasado por la identificación de verbos en pasado y frases circunstanciales en pasado. En seguida, el alumno escucha a personas hablar sobre el mismo tema con el objetivo de reconocer la marcación del pasado. A continuación, el alumno escribe su propia descripción cuidando lo ya reconocido, es revisado y corregido y finalmente el alumno lo platica a otros para reforzar el conocimiento.

De tal manera, con el proceso para desarrollar las competencias del alumno habrá pasado por la adaptación del contexto, la parte cognitiva en la que reflexiona e identifica lo aprendido y responde a lo que se le pide.




1 comentario:

  1. Tu análisis y reflexión sobre los artículos de Laura Frade vinculan con mucha precisión tu práctica docente. ¡Buen trabajo Maestra Priscila!

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