Para poder llegar a tener una filosofía educativa es importante mirar a nuestro entorno actual laboral, personal y profesional: ¿en dónde trabajamos?, ¿a quién educamos?.
Miro a mi alrededor y veo a personas con ganas de superarse y llegar a tener algo estable en sus vidas; sin embargo, veo a personas que no saben por qué estudian, para qué les sirve lo que estudian si no que buscan pasar rápido su etapa de estudiantes para salir a trabajar. Como profesor me gusta que los alumnos sean conscientes de sí mismos como personas en desarrollo y que aprendan a ser críticos, objetivos y profesionales en todos los sentidos. Esto será beneficiario para que lleguen a formar parte de una sociedad con criterio propio que pueda defender sus derechos y pueda aportar innovaciones dentro de su lugar de trabajo.
En mi experiencia como docente he llegado a la conclusión que la mejor manera de enseñar una lengua extranjera a jóvenes y adultos es construir significados por medio de conocimientos previos. Como lo menciona Piaget, debemos tomar en cuenta las etapas de desarrollo de las personas y conocer que hay una evolución en cada persona que modifica los esquemas previos para adaptarlos a su momento de vida. Aprender una lengua implica una interacción constante que debe desarrollarse por medio de la motivación y la creatividad; Vygotsky señala que para construir el aprendizaje es necesario tener una interacción social, lo cual es una constante en una clase de lengua. Lo anterior nos lleva a aceptar el hecho que definitivamente el conocimiento debe ser significativo y no memorístico. Ausubel habla de este aprendizaje que se basa en la función de lo que aprendemos y el uso que le damos. Aprender una lengua es fácil desde la perspectiva del construccionismo; sin embargo, es necesario recordar que se trata de una herramienta comunicativa y que además es indispensable como lo dice Richard y Roger (1986), el aprendizaje de una lengua debe ser contextualizado y real. A diferencia de otras áreas de estudio, considero ésta una ventaja para el desarrollo de clases y cursos.
El aprendizaje debe basarse en los contenidos pero también en la realidad de los alumnos del grupo. Como se menciona en el enfoque constructivista, debemos tomar en cuenta lo que ya saben e ir desarrollando las habilidades que el alumno deba tener al final del curso. Para tener éxito se debe planear todos los aspectos de forma lógica y tomando en cuenta el ritmo de la clase. Para evaluar, se debe considerar el tiempo dedicado a algo, la práctica y finalmente la aplicación del conocimiento en un contexto, se debe tener cuidado con escoger la actividad a evaluar y que ésta sea significativa y que evalúe los aspectos y competencias considerados.
La relación entre profesor y alumno debe ser de profundo respeto, debe ser cordial y de confianza para que exista un canal de comunicación adecuado. No debe existir miedo ni amistad inadecuada pues se puede prestar a malos entendidos y complicar la relación que tendrá un perjuicio en el proceso de enseñanza y aprendizaje. En todo nivel educativo fomentar valores es importante pues no conocemos el contexto familiar y social al que pertenecen los alumnos. Se debe fomentar la responsabilidad, el profesionalismo, la puntualidad, entre muchos otros. Además, se espera que estudiante adulto tenga ciertas actitudes que favorezcan su aprendizaje tales como la motivación intrínseca, la participación, la integración, etc. Queda claro que el alumno debe estar abierto al conocimiento sin dejar de ser partícipe y emitir opiniones que deben ser fundamentadas; es de suma importancia tener alumnos que debatan y cuestionen pues representan la crisis que el aprendizaje conlleva. Si no hay un cambio interno en el alumno, entonces no existe la situación adecuada para aprender.